¿Home office o no home office? Esa es la cuestión

por Luis Angel Ortega (martes, 20 de abril de 2021) | 1353 palabras / 7 minutos

Durante este fin de semana que pasó me encontré a mitad de una plática familiar, en ella salió el tema del home office a lo que mi padre comentó que no era una práctica buena. “No es sano”, repitió múltiples veces mientras movía la cabeza de derecha a izquierda en manera de negación.

Mi primo y yo no estábamos de acuerdo con él, pues los dos (que como dato, ambos trabajamos en el ámbito de TI) hemos percibido beneficios enormes al trabajar desde nuestra casa. Tratamos de explicarle, pero él seguía negándolo con la cabeza y finalmente dejamos así la conversación.

Pero desde entonces no he podido dejar de pensar en ello ¿Realmente es sano el home office? ¿Realmente tiene los beneficios que yo promulgo? Después de un par de días de reflexión me encontré que este tema, como todo en la vida, es complicado.

Ya hemos pasado la marca del 1er año de pandemia, y desde mi experiencia y mi privilegio, el home office ha traído a mi vida un montón de beneficios (aunque aquí solo liste 3).


Lo bueno

Esta situación me ha permitido tener un empleo a distancia, cosa que si bien antes se podía, no estoy seguro que a mi como desarrollador junior me dieran la oportunidad de manera tan sencilla.

Creo que esta es la más obvia, pues sin tener que transportarse (o siquiera bañarme en las mañanas) para ir a una oficina he podido dormir más, pasar más tiempo con mi familia y darme tiempo para mi. He podido aventarme a más actividades, que aunque son dentro de mi casa o con un número limitado de gente, que antes no había podido probar; no sabía cuánto tiempo de mi vida se iba solamente en transporte a otros lugares.

Este era el punto al que quería llegar, pues creo que no a todos les ha pasado así, pero para mi (después del golpe inicial del confinamiento) mi salud mental ha mejorado considerablemente. Verán, yo tengo un trastorno de ansiedad generalizada y hay días que la paso muy muy mal. Esos días, cuando llegué a trabajar en una oficina, los pasaba terrible. El día laboral se me hacía eterno, estoy seguro de que envejecía 4 años por cada día que era así; no me podía concentrar durante esas horas y me sentía horrible al respecto, sentía que no valía la pena mi trabajo y no estaba seguro de lo que hacía ahí. Era un momento en el que ni mi mente ni. mi cuerpo podían escapar de ahí, lo más que podía hacer era ver un par de vídeos de Youtube, hablar con colegas o salir a caminar; pero eso era todo, tus colegas solo pueden hablar un tanto contigo antes de que tengan que volver a sus labores y después de cierto número de caminatas tu jefe te empieza a ver raro (los vídeos de Youtube son infinitos, para bien o para mal).

Pero en el home office tengo el privilegio de trabajar desde mi cuarto, donde tengo todas las herramientas que necesito para lidiar con esos malos días, los cuales solo ya no son terribles ¡Pero han bajado en cantidad y frecuencia! Si bien tomó un par de meses en que llegara a una estabilidad en mi rutina y a tener la disciplina de trabajar desde casa, ahora si empiezo a tener un día particularmente terrible, tomaré un rápido baño, saldré al patio y jugaré con mi mascota; y eso funcionará como un reset a mi cuerpo, donde ya no perdí todo el día tratando de escapar de mi propia mente, en su lugar solamente 20 minutos en recobrar la compostura. En días menos terribles, pero igual difíciles, con parar cada descanso de pomodoro y caminar por la casa o jugar una partida de algo como recompensa por haber terminado una tarea servirá como suficiente incentivo para tener buen ánimo todo el día.


Lo malo

Esto no quiere decir que todo haya sido color de rosa, como mencioné, fue un trabajo de un par de meses llegar a este punto. Además yo sé que estoy hablando desde un privilegio enorme, porque no solo tuve la fortuna de tener el equipo para trabajar cómodamente desde casa; pero tuve un lugar donde hacerlo y un entorno tranquilo, cosa que muchas personas no han tenido.

Aún así, con todo mi privilegio, han un punto grande y un tema importante durante toda la pandemia: la socialización.

Como “adulto” que soy, ya estoy empezando a notar algo que había escuchado de gente mayor que yo: cuando eres adulto cuesta hacer amigos. Y es que en mi primer empleo en TI lo mejor que me pude llevar fueron las amistades que hice, pues son gente que hasta la fecha frecuento y con quien hablo a diario; pasaron de ser colegas a ser amigos cercanos. Hablando con ellos me gusta comentarles que realmente esa oficina no era una oficina, pero que realmente estábamos en un reality show al estilo The Office donde grababan todo lo que pasaba.

Si bien, en los empleos/prácticas que tuve en durante la pandemia pude conocer a gente increíble, personas que considero mentores, no puedo evitar pensar que tendría una mejor relación con ellos si los pudiera haber visto en persona más seguido. Tampoco puedo negar que es mucho más sencillo conseguir ayuda de alguien si este está sentado enseguida de ti, aunque solamente sirva de patito.

En pocas palabras, extraño mucho la calidéz humana que traía trabajar en una oficina y sería mentira si no dijera que me preocupa que pierda la habilidad de hacer amigos si este modelo me esperara por el resto de mi vida.

Sin embargo, este es solo uno de los problemas que trae el trabajar desde casa; no he tocado cosas tan importantes como que los negocios se ahorran dinero si nosotros no estamos físicamente en una oficina mientras que nosotros gastamos más por el hecho de pagar los insumos que usamos al laborar sin tener un aumento de sueldo que refleje ese ahorro de parte del patrón. Este no era el punto que quería tocar en este escrito, pero no hay que quitar el dedo de ese tema.


Lo que propongo

¿Entonces cuál es la solución? ¿Qué sería lo ideal? Desde mi punto de vista, joven e ingenuo, y tomando en cuenta que esta es una solución para mis problemas en específico; yo creo que la solución sería un modelo híbrido, 2 días de oficina presencial y 3 de trabajo en casa. Podría funcionar de manera inversa también, pero en lo personal prefiero la primera opción.

Esto permitiría tener una dinámica ágil para situaciones como lo serían juntas, planeaciones o algún otro tipo de evento que se beneficie de estar físicamente en una habitación, dejando 3 días de espacio para que el empleado trabaje de una manera cómoda y a su estilo desde su casa. Además, si la oficina ya va a estar abierta algunos días ¿por qué no permitir a los empleados que quieran ir a laborar ahí? Esto podría beneficiar, por ejemplo, a quien no pueda contar con internet bueno en su casa o a quien tenga hijos en casa y no le permitan tener un lugar adecuado para concentrarse.

En este último ejemplo también funciona al revés, permitiría (si es que las cosas vuelven a algo que se parezca al pasado) que los padres que trabajan puedan ver más tiempo a sus hijos después de que lleguen de la escuela, incluso permitiendo que todos coman al mismo tiempo, en la misma mesa.


Al final, como muchas de las cosas bellas de la vida, creo que todo se debería dejar al libre albedrío de las personas; que ellos puedan escoger el modelo que mejor les funcione, pues creo que nosotros como humanos somos mucho más que un pedazo de carne capaz de producir dinero para una empresa y el home office puede ser un apoyo en nuestra búsqueda de sentido y de felicidad.

Si les interesa más sobre el tema de la vida post-covid, les recomiendo este vídeo de Ophelia Pastrana.

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